Las plantas no se pueden mover, por lo que han de saber soportar los agravios medioambientales. El estrés vegetal provoca una disminución del crecimiento y la productividad de los cultivos. En concreto, en la agricultura, el estrés salino es uno de los más habituales. La respuesta de la planta al estrés busca el establecimiento de un nuevo equilibro ante las nuevas condiciones medioambientales desfavorables. Se pueden estudiar desde el punto de vista fenotípico, fisiológico, bioquímico y molecular, y por esto estamos interesados en integrar distintos tipos de datos biológicos (ecofisiología, variantes, expresión génica, metagenómica, fenología, enzimas…, todos obtenidos en su entorno natural) por medio de estrategias bioinformáticas que los relaciones con genes, microbiota y fenología. La integración contempla tanto el uso de nuevos datos experimentales como de los datos públicos infrautilizados mediante flujos de trabajo automatizados que garanticen la reusabilidad, repetitividad y reproducibilidad. Vamos a aplicar también el aprendizaje automático, la minería de datos y la biología de sistemas para inferir la adaptación de los cultivos (cítricos, olivo e incluso tomate y organismos fotosintéticos modelo como las microalgas) y su microbioma al cambio climático y a otras condiciones medioambientales subóptimas.