La reciente y grave sequía de la Axarquía ofrece lecciones para todas las regiones con escasez de agua: las crisis hídricas se deben tanto a las decisiones humanas como al clima.
La región de la Axarquía, en el sur de España, ha sufrido una grave crisis hídrica entre 2019 y 2024 que tuvo efectos devastadores para los agricultores, provocando grandes pérdidas de cultivos y generando preocupación sobre el futuro a largo plazo de la economía regional basada en la agricultura. Este estudio, con la participación del Profesor de Investigación del IHSM La Mayora, Iñaki Hormaza, analiza las causas de esta crisis desde perspectivas tanto ambientales como humanas combinando datos hidrológicos detallados —como precipitaciones, entradas y salidas de embalses, y niveles de aguas subterráneas— con un análisis de las políticas de gestión del suelo y del agua. En el plano ambiental, la región sufrió dos sequías inusualmente intensas, que se sucedieron en poco tiempo. En el plano humano, las debilidades en la gobernanza del agua agravaron la situación. Se sobrestimó la disponibilidad de agua, la demanda creció debido a la expansión del regadío y la aplicación de la legislación fue con frecuencia ineficaz. Los resultados revelan un patrón que los expertos denominan “sequía antropogénica”: una crisis hídrica agravada por decisiones humanas. Las medidas de emergencia ayudaron a retrasar el agotamiento de los embalses, pero también fomentaron un mayor bombeo de aguas subterráneas, profundizando el desequilibrio a largo plazo. Las lecciones de la Axarquía van mucho más allá de España. Muchas regiones agrícolas en el mundo afrontan las mismas presiones: aumento de la demanda de riego, disponibilidad limitada de agua dulce y gestión fragmentada. Nuestro estudio subraya la necesidad de una planificación integrada del agua y del territorio a escala de cuenca, límites estrictos al área de regadío, monitoreo en tiempo real de las extracciones, cuotas flexibles y mecanismos de control más efectivos. Una gestión más inteligente, junto con la adaptación al cambio climático, será clave para garantizar agua para las personas, la agricultura y los ecosistemas en el futuro. Una investigación de la UMA, la Universidad de Princeton (USA) y el IHSM ‘La Mayora’.
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