
De ”ADN basura” a reguladores clave: la importancia de los transposones en plantas
Cuando Barbara McClintok, una científica norteamericana que trabajaba con maíz, descubrió, en 1945, que partes de los cromosomas puede saltar de una posición a otra, nadie la creyó. No fue hasta que la misma observación fue hecha en bacterias, más de 20 años más tarde, que la comunidad científica aceptó la existencia de elementos genéticos móviles, a los que llamó elementos transponibles (TEs) o transposones. Aunque estos segmentos de ADN fueron inicialmente considerados “ADN basura”, hoy son reconocidos como componentes clave en la regulación genética en plantas. Los seres humanos también tenemos transposones en nuestro genoma, y algunos son los causantes de determinadas enfermedades. Barbara finalmente recibió el premio Nobel de Medicina en 1983. Una nueva revisión publicada en Trends in Plant Science, destacada en la portada de la revista y firmada por Pablo A. Manavella (IHSM La Mayora, CSIC-UMA), resume los avances más recientes en este campo. La revisión destaca cómo los TEs, especialmente aquellos localizados en regiones ricas en genes, pueden modificar la expresión de los genes vecinos, en particular bajo condiciones de estrés. Además de contener elementos reguladores, estas secuencias móviles modifican la organización del ADN asociado a proteínas y ARN en el núcleo celular, y afectan a la distribución de marcas epigenéticas, contribuyendo así a la diversidad y a la capacidad de adaptación de las plantas. Comprender el potencial regulador de los TEs abre nuevas oportunidades para el desarrollo de cultivos más resilientes y herramientas biotecnológicas innovadoras. Este cambio de paradigma transforma a los transposones en aliados estratégicos para una agricultura más sostenible.
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